Esta forma de embocar no la considero correcta porque al tocar así hacemos que la dulzaina funcione como una gaita, donde el gaitero no tiene en ningún momento contacto con la caña y no puede controlarla. Pero nosotros si podemos hacerlo. Con una embocadura muy dentro seguramente obtendrás un sonido nasal, algunas notas se te quedarán altas de afinación, (mi, y fa de la primera octava sobre todo), incluso puede que alguna nota te rompa, como el do grave. También vas a encontrar dificultad para subir a la segunda octava, y si lo consigues, te será muy difícil controlar la afinación y mantener la nota.
Con una embocadura correcta haremos que el instrumento funcione por sí solo, afinando todas las notas y sacando un sonido bonito, consiguiendo que el instrumento y el instrumentista sean un único ente. Para corregir embocadura con la pinza deberemos hacer el esfuerzo de intentarlo, y luego mantenerlo sin la pinza.
A priori, apretar y meterse la caña en la embocadura pueden darte resultados positivos a corto plazo, sobre todo cuando estás empezando, que todavía no tienes los músculos de la cara entrenados. Pero a la larga, vas a encontrarte muchas trabas en tu avance en el estudio de la dulzaina. Por eso, desde el principio, recomiendo acostumbrarse a tocar en una embocadura tipo «o», con la mandíbula abierta, y embocando en el rebaje de la caña. Los labios forrando los dientes, solo tienen que aguantar la presión de aire que tu eches para tocar. Nunca apretar. Y si quieres subir a la segunda octava, abre más la mandíbula y echa más aire.
Al principio te costará, pero poco a poco, irás cogiendo fuerza, e irás aguantando cada vez más tiempo.
Saber acerca de las cañas.